Un privilegio

Así es como lo siento. La gente me pide ayuda y colaboración en las cosas que se me dan bien y yo procuro estar disponible para dar lo que pueda y lo que sepa. Y me siento un privilegiado porque puedo realizar mi vocación ayudando a la gente a rezar con la música.

El sábado pasado me pidieron que dirigiera un pequeño coro improvisado en una misa de acción de gracias por Alba, niña de siete años que nos dejó después de una larga enfermedad. En las últimas semanas los padres y los tíos habían estado rezando al escuchar las canciones del enlace que tenéis a la derecha: Cantos de los Grupos Loyola y ahora querían que la misa fuera alegre y que esas mismas canciones les acompañaran.

Prepararon la misa con mimo incluyendo las lecturas y la participación de los primos, amigos y compañeros del colegio. Llevaron unos globos al altar en el ofertorio que estuvieron toda la misa poniendo la nota de ánimo y esperanza.
Cantamos varias canciones muy sentidas que les resultaban especiales como Sé mi luz de AinKarem o Mi palabra de Nico Montero.
Y de despedida cantamos Color esperanza de Diego Torres con el micrófono apuntando a las niñas del coro, primas y compañeras, que cantaron con mucho sentimiento.
Hubo lágrimas, pero también esperanza; hubo dolor pero mucha fraternidad para compensarlo; hubo pena pero mucha paz.

Al terminar me dieron las gracias por haber ayudado con los cantos de la celebración, pero yo contesté dando también las gracias porque para mí fue un privilegio poder participar en una ceremonia así.

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