La iglesia no son las paredes, sino nosotros

Esta frase la he leído en un periódico digital que no conocía, en un artículo que os recomiendo. Habla sobre la facilidad de utilizar espacios públicos para la celebración de la Eucaristía.
Si la iglesia somos nosotros (y no las paredes), nuestra celebración estará encarnada en el mundo en que vivimos.
En este ejemplo se ha utilizado la casa de la cultura del ayuntamiento para acoger las celebraciones de una parroquia durante unas obras, pero cualquier motivo es bueno para que la Eucaristía se convierta en el espacio de la integración de la Iglesia con el mundo.

La noticia está escrita en un lenguaje aséptico, nada confesional, pero que resuena en el corazón cuando sigues a Jesús en tu vida. La Iglesia somos todos los que celebramos la Eucaristía. Hacen falta paredes para celebrarla, pero no siempre las de un templo. Hace falta una jerarquía para organizar la Iglesia, pero no siempre son los obispos los que nos acercan a Jesús.
El Espíritu actúa en los corazones, y eso es lo que construye la Iglesia.

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