Navidad en Nueva York

Cuando salimos de nuestro entorno cercano siempre nos preocupa lo que nos vamos a encontrar. Cuando cruzas el charco y ves la sociedad norteamericana del capitalismo feroz te sientes un poco abrumado por el lujo de las tiendas y la altura de los rascacielos. Cuando ves las imágenes de Santa Claus te parece que esta película ya la has visto y que tu vida se mueve en otros niveles distintos.
La Navidad en Nueva York puede ser bonita y fría, desbordante y superficial, o, ¿puedes encontrar algo distinto?.

Ayer fuimos a celebrar la Navidad en familia a la parroquia de San Francisco Javier, de los jesuitas en Manhattan. El altar decorado con poinsettias y muérdago, y un par de árboles de navidad en el presbiterio daban la imagen de la festividad y la alegría que desbordaba a los organizadores. Empezando por los que ofrecían el libro de cantos a la entrada, que resultaban llamativos por las sonrisas de acogida que repartían a todo el mundo.
El coro estuvo dando un recital de villancicos desde media hora antes de empezar para calentar el ambiente.
La introducción la hizo la solista del coro con una cara de felicidad y unas sencillas palabras (sin leer papeles) que te llenaban el corazón.

Y a la hora de proclamar el Evangelio hicieron una representación los niños pequeños en la más pura tradición del Grupo. Con los problemas de que no se les oye la mitad, y la alegría y espontaneidad de ver a los niños transmitiendo el mensaje de Jesús. En la homilía el cura les hizo algunas preguntas y resultó muy entrañable.

El libro de cantos que repartieron ¡incluía todas las partituras de la celebración!. Aunque había poca gente que cantaba, algunos pudimos disfrutar de los clásicos americanos y reconocer alguno más tradicional como el Go, tell it on the mountain

Fue una gozada reconocerte en tu iglesia, porque el mensaje de Jesús transforma los corazones en cualquier lugar del mundo donde más de dos se reúnan en su nombre.

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